En las sociedades neolíticas se
tenía la idea de que la conducta sexual humana influía en el equilibrio
cósmico, tanto en la abundancia de la caza, como en la fertilidad de la tierra.
En
consecuencia,
el desarrollo de la sexualidad quedaba sometido al control religioso, porque
afectaba al bien común de toda la sociedad. De allí que practicaban danzas
rituales de cópula como metodología de magia simpática (efecto de contagio por
resonancia, similitud y analogía).
Ecos
arcaicos de esta convicción influyó en todas las religiones que, sumado
a otras
consideraciones especulativas, dieron origen a la moral contemporánea
impregnada del temor a la energía
sexual creativa cuyo mayor exponente es la mujer.
Así
pues, muchas pinturas rupestres en cuevas eran consecuencia de considerar a las
cavernas como úteros de la madre tierra, y por tanto esas representaciones o
esquemas propiciarían la gestación y abundancia de caza.
El
culto a la vagina, desde las sociedades paleolíticas, demuestra que
consideraban a la mujer una diosa responsable de la fuente de vida.
Posteriormente,
en el neolítico, los famosos dólmenes serían representaciones vaginales y
uterinas que darían lugar a los enterramientos al ser considerados (vaginas
pétreas) la puerta sagrada por dónde venimos y por donde también nos vamos.
Más
adelante, desde el 6000 a.C. y hasta el 389 a.C. en Eleusis,
Grecia, se mantuvo el rito y danza de la cópula mística
o matrimonio sagrado (Hieros Gamos)
como fórmula mágica de movilización de energía
para propiciar y desencadenar la fertilidad vegetal, animal y humana.
En
Sumeria, Egipto, Grecia y Roma, surgió, como consecuencia de lo anterior, la
figura de la prostituta sagrada; sacerdotisas
que, además, ayudaban a trasmutar y trascender el
espíritu y el estado de conciencia del hombre con enseñanzas elevadas
en relación a la utilización
de la energía sexual,
más allá de un simple acto destinado a la procreación.
Fue
en el resto de Europa donde la palabra prostitución se enrareció y confundió
(ver origen etimológico de la palabra) tomando las connotaciones perversas que
la ideología misógina (aversión
hacia el potencial de la mujer), que
el judeo-cristianismo y el arábigo-islamismo perpetuaron como herencia.
La
misoginia
obedecía, además, a un claro fundamento político expansionista del patriarcado
judío; y las iniciadoras sagradas eran sacerdotisas de cultos y religiones
rivales. Dicho de otra manera, se temía el poder que la “experiencia mística”,
proporcionada energéticamente, tenía por encima del parloteo y la liturgia
religiosa.
O
sea… se temía que un par de tetas tirara más
que una carreta…perjudicando al fabricante y
vendedor de carretas.
Desde
los inicios de la humanidad la energía
sexual
fue asociada a la energía vital creativa y a la vida,
sin las consideraciones manipuladoras y machistas de la culpa y la vergüenza. Esa
reminiscencia primitiva (arcaísmo vestigial antropológico) de que la conducta
sexual podía causar daños si ofendía a los dioses (y estos decidían castigar a
la comunidad), influyó en las religiones
patriarcales que aprovecharon esa memoria para controlar y reprimir la sexualidad
y por ende a la mujer cómo su máxima expresión (para la castración y
amansamiento de la población).
La
crisis Clinton-Lewinsky
fue enfocada desde esa moral recalcitrante, pero en realidad en ese sainete del
orden establecido, el trasfondo fue mucho más peligroso y subversivo porque
preocupaba la imagen del hombre más poderoso del planeta en manos de una simple
becaria.
Cualquier
analista pudo notar esa explosión incontrolada de misoginia,
miedo y represión (tanto de hombres como de mujeres). Los verdaderos titulares
y sentimientos hubieran sido los siguientes: “El poder humano masculino sucumbe
ante el impulso vital creativo de la naturaleza femenina” o “Una diosa de la
energía creativa tumba al representante de los homínidos más soberbios del
planeta”.
¿Por qué creéis que no existe en el
diccionario la palabra opuesta a misoginia dirigida al hombre? ¿Cuál sería el
opuesto femenino de Lama, Papa, Rabino, Pastor, Califa y Talibán?
Aún
hoy, la cúspide jerárquica del diálogo con el Dios macho…es cosa de machos.
¡Eva es la culpable!
Y a partir de este invento, es menospreciada y relegada a un papel secundario y
pecaminoso,…para colmo… no nació del barro sagrado y primordial sino de una
costilla de Adán (de las flotantes…de las que sobran).
A
partir de esta crueldad sexista y gametofóbica
de los talibanes que escribieron aquellos libretos, ya podemos esperar el
resto. Y el resto, somos nosotros.
Incluso,
hasta hace poco, recalcitrantes antropólogos sugerían que el retraso humano de
pasar de la vida agrícola, seminómade,
a la vida urbana (que costó varios milenios) fue por el ingobernable
impulso sexual cíclico de las mujeres.
Históricamente,
desde las universidades patriarcales, se sugirió que, hasta que la mujer no
fuera sometida, domesticada y controlada, mediante códigos sociales estrictos,
la vida familiar no adoptaría la forma machista, gracias a la cual surge el
hombre moderno civilizado (domesticado y enegenado).
Así,
el macho asumió el control de la familia, el control de la aldea, la economía,
la religión y el estado,… pero en la cama siguió
encontrándose a merced de la mujer.
Esta
contradicción y conflicto dio lugar a la eterna guerra
de sexos
(la quema de brujas por parte de la inquisición y la invención de la patología
llamada “histeria”, son algunos ejemplos).
Esto
explicaría el profundo y arcaico temor, complejo y rencor que aún sigue
sintiendo el hombre (genética e inconsciente) hacia la mujer. Y como toda
acción genera una reacción… también nace el rencor antropológico, histórico y
genético (inconsciente) de la mujer hacia el hombre.
Más
allá de la antropología, la historia nos demuestra que, desde la cultura
babilónica, el carácter caótico y salvaje fue representado como femenino; y
aunque fructífero, necesitaba que la razón masculina lo controlara y moldeara.
Pero podríamos fechar como que el inicio oficial e histórico de la misoginia
(caza de brujas) fue en el siglo III a.C.
La
iniciativa y el ataque a la energía femenina comienzan en el imperio romano,
con un senado y un emperador que eliminan a la mujer de todos los puestos
políticos y estratégicos socialmente (persecución de pitonisas, sibilas,
ninfas, vestales, sacerdotisas, adivinas, y todo lo que representaba el poder
femenino).
No
es casual el haber acuñado palabras como: ninfomanía
o sibilina que,
desde aquel entonces, nos sugieren connotaciones negativas y peligrosa.
La
llegada de la cristiandad oficial, litúrgica y judaica (a costa de la
manipulación de la figura de Jesús) lejos de apaciguar empeoró las cosas y en
la lucha por el poder tomó al toro por las astas, defenestrando y sojuzgando a
la mujer, sobre todo a partir del Concilio de Nicea (siglo III d.C. organizado
por el emperador Constantino y sus secuaces).
Esos
patriarcas cristianos apoyándose en la filosofía misógina de Aristóteles
reducen a la mujer a un objeto inferior, de desahogo, servicio y procreación,
pero siempre a merced del hombre.
Para
colmo, ya en plenas luces de la modernidad, Francis Bacon (siglo XVII),
iniciador del pensamiento científico que influyera en el mundo de una manera
decisiva, catalogaba a la mujer como de una naturaleza tal, que necesitaba ser dominada por la
razón masculina. Pero eso sí… el impulsor del
cientificismo, ensalzaba las funciones domésticas y de nodrizas de las mujeres
(pero alejada de los asuntos públicos y de poder). Y prefiero no extenderme en
los vergonzosos siglos XVIII y XIX.
Así,
la mujer contemporánea, domesticada, domada, y por ende, desnaturalizada, al no
desarrollar todo su potencial de energía que parte de la sexualidad y que daría
origen a su evolución y a sus mejores cualidades, se encontró acorralada y
mutilada (hasta nuestras abuelas padecieron la ablación ideológica del
clítoris).
A partir de entonces tiene que competir en el
mundo del macho; y lo hace como una mutación reprimida, una especie de
clonación mental de hombre (una jodida costilla de Adán) y su precaria energía
se limitará a representar papeles y roles masculinos. Esto se debe a que aún
desconoce el secreto de la vanguardia científica, que demuestra que genéticamente es el hombre consecuencia
posterior o costilla de la mujer (la Eva mitocondrial es sólo la
punta del iceberg).
De
ahí los comportamientos, cualidades, valores y ambiciones, puramente
masculinos, de personajes históricos como Cleopatra, Salomé, Agripina, Lucrecia
Borgia,
Leonor de Aquitania, Isabel La Católica, Margaret Thatcher,
Hillary Clinton y muchas de nuestras feministas ministras y presidentas, que en
vez de dar lugar a un verdadero cambio, con una visión y acción femenina (yin),
son la sombra y continuidad de la misma corrupción, mediocridad y estupidez del
pensamiento masculino degradado.
Esas
mismas féminas o caricaturas de mujer
se encargan de sostener la esclerosada estructura machista; las falsas
feministas son incapaces de la verdadera
revolución sexual porque se entretienen en la revancha y la
embriagues de
las sobras del poder que los hombres les conceden.
El machismo somos hombre y mujeres
autómatas y obedientes de una política punitiva, represiva y de castigo que
nada tiene que ver con la sanación y la transformación. Porque puteado,
castigado o muerto el perro…no acabaremos con la rabia.
El
hombre y la mujer constituyen la polaridad de un cableado creativo de la
energía que llamamos vida. Por lo que, la re-evolución,
es dar lugar a lo verdaderamente femenino (tanto en el hombre, como en la
mujer) para que otra vez y después de tantos milenios, la energía femenina
salga a escena, se encuentre con lo masculino y conjuntamente,
complementariamente y en complicidad consigan en esa danza universal,
la armonía de esa nueva melodía que irá produciendo el salto cuántico, para la
evolución de este mono rengo, miope y soberbio que deambula como forastero por
este planeta sin ver que es su propia casa y paraíso.
Leonardo Díaz Araujo
Agradezco todo lo que publicas fuera de esta barbarie llamada MISOGINIA.....me encanta ser MUJER, y haber trascendido desde niña como una rebelde y no conformarme con nada de lo que recibí en las escuelas de enseñanza tanto públicas como privadas, nunca compartí ideología alguna ni religiosa a pesar de haber incursionado en un internado, siempre he buscado la verdad, me encanta saber que soy una mujer que ama su cuerpo, que lo disfruta, que no teme a las críticas, que me gusto y solo de saber que soy una privilegiada ninfómana me hace feliz....soy afortunada, y sigo en éste camino de vida re-aprendiendo, reconociendo en cada ser humano la sabiduría de sus palabras. GRACIAS.
ResponderEliminarMe alegro que no te avergüences de ser una espléndida oveja negra!
EliminarUn poco tarde, pero gracias
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