sábado, 1 de agosto de 2015

En las sociedades neolíticas se tenía la idea de que la conducta sexual humana influía en el equilibrio cósmico, tanto en la abundancia de la caza, como en la fertilidad de la tierra.

En consecuencia, el desarrollo de la sexualidad quedaba sometido al control religioso, porque afectaba al bien común de toda la sociedad. De allí que practicaban danzas rituales de cópula como metodología de magia simpática (efecto de contagio por resonancia, similitud y analogía).

Ecos arcaicos de esta convicción influyó en todas las religiones que, sumado a otras consideraciones especulativas, dieron origen a la moral contemporánea impregnada del temor a la energía sexual creativa cuyo mayor exponente es la mujer.

Así pues, muchas pinturas rupestres en cuevas eran consecuencia de considerar a las cavernas como úteros de la madre tierra, y por tanto esas representaciones o esquemas propiciarían la gestación y abundancia de caza.
El culto a la vagina, desde las sociedades paleolíticas, demuestra que consideraban a la mujer una diosa responsable de la fuente de vida.

Posteriormente, en el neolítico, los famosos dólmenes serían representaciones vaginales y uterinas que darían lugar a los enterramientos al ser considerados (vaginas pétreas) la puerta sagrada por dónde venimos y por donde también nos vamos.

Más adelante, desde el 6000 a.C. y hasta el 389 a.C. en Eleusis, Grecia, se mantuvo el rito y danza de la cópula mística o matrimonio sagrado (Hieros Gamos) como fórmula mágica de movilización de energía para propiciar y desencadenar la fertilidad vegetal, animal y humana.

En Sumeria, Egipto, Grecia y Roma, surgió, como consecuencia de lo anterior, la figura de la prostituta sagrada; sacerdotisas que, además, ayudaban a trasmutar y trascender el espíritu y el estado de conciencia del hombre con enseñanzas elevadas en relación a la utilización de la energía sexual, más allá de un simple acto destinado a la procreación.
Fue en el resto de Europa donde la palabra prostitución se enrareció y confundió (ver origen etimológico de la palabra) tomando las connotaciones perversas que la ideología misógina (aversión hacia el potencial de la mujer), que el judeo-cristianismo y el arábigo-islamismo perpetuaron como herencia.

La misoginia obedecía, además, a un claro fundamento político expansionista del patriarcado judío; y las iniciadoras sagradas eran sacerdotisas de cultos y religiones rivales. Dicho de otra manera, se temía el poder que la “experiencia mística”, proporcionada energéticamente, tenía por encima del parloteo y la liturgia religiosa. 

O sea… se temía que un par de tetas tirara más que una carreta…perjudicando al fabricante y vendedor de carretas.

Desde los inicios de la humanidad la energía sexual fue asociada a la energía vital creativa y a la vida, sin las consideraciones manipuladoras y machistas de la culpa y la vergüenza. Esa reminiscencia primitiva (arcaísmo vestigial antropológico) de que la conducta sexual podía causar daños si ofendía a los dioses (y estos decidían castigar a la comunidad), influyó en las religiones patriarcales que aprovecharon esa memoria para controlar y reprimir la sexualidad y por ende a la mujer cómo su máxima expresión (para la castración y amansamiento de la población).

La crisis Clinton-Lewinsky fue enfocada desde esa moral recalcitrante, pero en realidad en ese sainete del orden establecido, el trasfondo fue mucho más peligroso y subversivo porque preocupaba la imagen del hombre más poderoso del planeta en manos de una simple becaria.


Cualquier analista pudo notar esa explosión incontrolada de misoginia, miedo y represión (tanto de hombres como de mujeres). Los verdaderos titulares y sentimientos hubieran sido los siguientes: “El poder humano masculino sucumbe ante el impulso vital creativo de la naturaleza femenina” o “Una diosa de la energía creativa tumba al representante de los homínidos más soberbios del planeta”.

¿Por qué creéis que no existe en el diccionario la palabra opuesta a misoginia dirigida al hombre? ¿Cuál sería el opuesto femenino de Lama, Papa, Rabino, Pastor, Califa y Talibán?

Aún hoy, la cúspide jerárquica del diálogo con el Dios macho…es cosa de machos.
¡Eva es la culpable! Y a partir de este invento, es menospreciada y relegada a un papel secundario y pecaminoso,…para colmo… no nació del barro sagrado y primordial sino de una costilla de Adán (de las flotantes…de las que sobran).

A partir de esta crueldad sexista y gametofóbica de los talibanes que escribieron aquellos libretos, ya podemos esperar el resto. Y el resto, somos nosotros.

Incluso, hasta hace poco, recalcitrantes antropólogos sugerían que el retraso humano de pasar de la vida agrícola, seminómade, a la vida urbana (que costó varios milenios) fue por el ingobernable impulso sexual cíclico de las mujeres.
Históricamente, desde las universidades patriarcales, se sugirió que, hasta que la mujer no fuera sometida, domesticada y controlada, mediante códigos sociales estrictos, la vida familiar no adoptaría la forma machista, gracias a la cual surge el hombre moderno civilizado (domesticado y enegenado).

Así, el macho asumió el control de la familia, el control de la aldea, la economía, la religión y el estado,… pero en la cama siguió encontrándose a merced de la mujer.


Esta contradicción y conflicto dio lugar a la eterna guerra de sexos (la quema de brujas por parte de la inquisición y la invención de la patología llamada “histeria”, son algunos ejemplos).

Esto explicaría el profundo y arcaico temor, complejo y rencor que aún sigue sintiendo el hombre (genética e inconsciente) hacia la mujer. Y como toda acción genera una reacción… también nace el rencor antropológico, histórico y genético (inconsciente) de la mujer hacia el hombre.

Más allá de la antropología, la historia nos demuestra que, desde la cultura babilónica, el carácter caótico y salvaje fue representado como femenino; y aunque fructífero, necesitaba que la razón masculina lo controlara y moldeara. Pero podríamos fechar como que el inicio oficial e histórico de la misoginia (caza de brujas) fue en el siglo III a.C.

La iniciativa y el ataque a la energía femenina comienzan en el imperio romano, con un senado y un emperador que eliminan a la mujer de todos los puestos políticos y estratégicos socialmente (persecución de pitonisas, sibilas, ninfas, vestales, sacerdotisas, adivinas, y todo lo que representaba el poder femenino).

No es casual el haber acuñado palabras como: ninfomanía o sibilina que, desde aquel entonces, nos sugieren connotaciones negativas y peligrosa.

La llegada de la cristiandad oficial, litúrgica y judaica (a costa de la manipulación de la figura de Jesús) lejos de apaciguar empeoró las cosas y en la lucha por el poder tomó al toro por las astas, defenestrando y sojuzgando a la mujer, sobre todo a partir del Concilio de Nicea (siglo III d.C. organizado por el emperador Constantino y sus secuaces).


Esos patriarcas cristianos apoyándose en la filosofía misógina de Aristóteles reducen a la mujer a un objeto inferior, de desahogo, servicio y procreación, pero siempre a merced del hombre.

Para colmo, ya en plenas luces de la modernidad, Francis Bacon (siglo XVII), iniciador del pensamiento científico que influyera en el mundo de una manera decisiva, catalogaba a la mujer como de una naturaleza tal, que necesitaba ser dominada por la razón masculina. Pero eso sí… el impulsor del cientificismo, ensalzaba las funciones domésticas y de nodrizas de las mujeres (pero alejada de los asuntos públicos y de poder). Y prefiero no extenderme en los vergonzosos siglos XVIII y XIX.

Así, la mujer contemporánea, domesticada, domada, y por ende, desnaturalizada, al no desarrollar todo su potencial de energía que parte de la sexualidad y que daría origen a su evolución y a sus mejores cualidades, se encontró acorralada y mutilada (hasta nuestras abuelas padecieron la ablación ideológica del clítoris).

A partir de entonces tiene que competir en el mundo del macho; y lo hace como una mutación reprimida, una especie de clonación mental de hombre (una jodida costilla de Adán) y su precaria energía se limitará a representar papeles y roles masculinos. Esto se debe a que aún desconoce el secreto de la vanguardia científica, que demuestra que genéticamente es el hombre consecuencia posterior o costilla de la mujer (la Eva mitocondrial es sólo la punta del iceberg).

De ahí los comportamientos, cualidades, valores y ambiciones, puramente masculinos, de personajes históricos como Cleopatra, Salomé, Agripina, Lucrecia Borgia, Leonor de Aquitania, Isabel La Católica, Margaret Thatcher, Hillary Clinton y muchas de nuestras feministas ministras y presidentas, que en vez de dar lugar a un verdadero cambio, con una visión y acción femenina (yin), son la sombra y continuidad de la misma corrupción, mediocridad y estupidez del pensamiento masculino degradado.

Esas mismas féminas o caricaturas de mujer se encargan de sostener la esclerosada estructura machista; las falsas feministas son incapaces de la verdadera revolución sexual porque se entretienen en la revancha y la embriagues de las sobras del poder que los hombres les conceden.

El machismo somos hombre y mujeres autómatas y obedientes de una política punitiva, represiva y de castigo que nada tiene que ver con la sanación y la transformación. Porque puteado, castigado o muerto el perro…no acabaremos con la rabia.

El hombre y la mujer constituyen la polaridad de un cableado creativo de la energía que llamamos vida. Por lo que, la re-evolución, es dar lugar a lo verdaderamente femenino (tanto en el hombre, como en la mujer) para que otra vez y después de tantos milenios, la energía femenina salga a escena, se encuentre con lo masculino y conjuntamente, complementariamente y en complicidad consigan en esa danza universal, la armonía de esa nueva melodía que irá produciendo el salto cuántico, para la evolución de este mono rengo, miope y soberbio que deambula como forastero por este planeta sin ver que es su propia casa y paraíso. 
Leonardo Díaz Araujo

3 comentarios:

  1. Agradezco todo lo que publicas fuera de esta barbarie llamada MISOGINIA.....me encanta ser MUJER, y haber trascendido desde niña como una rebelde y no conformarme con nada de lo que recibí en las escuelas de enseñanza tanto públicas como privadas, nunca compartí ideología alguna ni religiosa a pesar de haber incursionado en un internado, siempre he buscado la verdad, me encanta saber que soy una mujer que ama su cuerpo, que lo disfruta, que no teme a las críticas, que me gusto y solo de saber que soy una privilegiada ninfómana me hace feliz....soy afortunada, y sigo en éste camino de vida re-aprendiendo, reconociendo en cada ser humano la sabiduría de sus palabras. GRACIAS.

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    1. Me alegro que no te avergüences de ser una espléndida oveja negra!

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