Un principio alquímico que hoy
corrobora la mecánica cuántica asegura que:
“Allí donde
se dirige la ATENCIÓN
también
se dirige la ENERGÍA”
Todos desempeñamos algún rol o
estrategia de conducta para obtener la atención de los demás y así beneficiarnos
de su energía.
Pero el gran “chupoctero” y verdadero “vampiro” de la energía vital ajena es el que desempeña
ininterrumpidamente, de forma crónica, el papel de VICTIMA o POBRE DE MI.
Estos individuos absorben
implacablemente nuestra atención y por lo tanto nuestra energía desde la táctica inconsciente del
hacernos sentir, también inconscientemente, compasivos, empáticos y hasta
culpables frente a ellos.
Percibimos, desde nuestro oído
abierto, sus quejas, lamentos y llantos, sintiendo como baja nuestra vibración
al mismo tiempo que el depredador energético se va nutriendo de nuestra energía
vital.
Estos profesionales del victimismo, en muchos casos, son conscientes de encontrarse en circunstancias
óptimas para un cambio hacia una vida más plena, pero prefieren, incondicionalmente, la vibración de la incomodidad, agresividad, neurosis,
del malestar,
el dolor y el sufrimiento.
¿Por qué?... Pues porque en realidad sólo
son víctimas de una ADICCIÓN a un programa conductual que les asegura una
sobrevivencia a través de la energía del prójimo y a costa de su propia salud.
El sufrimiento realza químicamente la sensación de existencia, de euforia, de protagonismo y de yoidad (intervienen sustancias tales
como: dopamina, adrenalina, cortisol, serotonina, oxitocina, y otros neuropéptidos).
Lamentablemente, estas personas desconocen estas mismas
sensaciones,
desde
su propia energía en plenitud y armonía.
La posibilidad de soluciones para estas personas se hace difícil dado el carácter adictivo de este tipo de comportamiento.
La “necesidad” y la “repetición” de
acciones imprimen cada vez con más intensidad el patrón de “compulsión
repetitiva”. Así, los adictos al sufrimiento no pueden soportar la falta de conflicto en
sus vínculos y por ende tienden
a sabotearlos (sistema de recompensa mesolímbico).
Su
tratamiento terapéutico requiere de una rápida extirpación del coagulo de emociones
traumáticas reprimidas y
también de la reprogramación
hacia la obtención
de la
energía vital por sus propios medios.
De no ser así, como
en toda adicción, la substancia requerida irá en aumento, como también la dosis de la energía del prójimo. Así, su actitud larvaria, desembarcará en neurosis compulsiva, agresividad desenfrenada y en enfermedad, que más tarde o más temprano, se
manifestará en el cuerpo.
Estas personas disponen de una
capacidad extraordinaria de sabotaje para la felicidad y suelen tomar cartas en
el asunto cuando han tocado fondo,
como
en cualquier
otra adicción.
Lejos de otras adicciones, la ADICCIÓN
AL
SUFRIMIENTO
se destaca en cantidad de individuos
que la padecen.
Leonardo Díaz Araujo
Buenísimo, gracias
ResponderEliminarGracias a tí.
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