miércoles, 29 de julio de 2015



No fue ninguna otra razón más que una mentira lo que una vez, en la infancia, nos expulso del paraíso. Ese día experimentamos por primera vez que “el mundo” de los mayores en quienes depositábamos una confianza absoluta, se había caído. De ahí en más, nos incorporamos a un mundo construido de mentiras, donde contribuimos con las propias, en una competencia de poder a costa, y sobre los demás, como si fueran los ladrillos que nos edifican.


Se nos educó o domesticó en la base de ser premiados y valorados por lo considerado “acertado”, o castigados y despreciados por los supuestos "desaciertos". 
Pero llega un momento en la evolución personal, de revisión de las consecuencias, que nos lleva por fin a comprender que es indispensable adueñarnos de la libertad de equivocarnos, pues es la base patrimonial que nos permite verificar lo que sirve, o lo que no es útil para la construcción de la mejor idea y sentimiento de uno mismo. Decidir, elegir y hacernos cargo de las consecuencias, son los componentes de este juego de desaciertos o aproximaciones hacia el acierto, que es el arte de vivir. Desterrando la culpa y el miedo a la desaprobación, alejamos también la posibilidad de que los demás nos obliguen a mentir.

Cuando ejercemos la mentira, aun la piadosa o la pequeña, claudicamos a nuestra libertad de ser, que es a lo que vinimos a este mundo, anulamos nuestra posibilidad de equivocarnos y admitirlo, y así negamos el aprendizaje desde el ensayo y error, ahogándole al alma la experimentación en este “laboratorio dimensional”.

Hay que ver con claridad cuántica, que en un camino de búsqueda de la verdad, la mentira, por pequeña que parezca, nos saca del carril que pretendemos, produce una desconexión con la vibración energética del rio o frecuencia en la que elegíamos fluir. Es como un parón regresivo hacia atrás por caer en una vía contramano. En esa carretera de doble circulación, una nos hace reales, y la otra artificiales, siendo solo la imagen de lo que quieren los demás. Nuestras mentiras son la estructura de nuestro ego o mascara, y la reafirmación del programa instaurado en nosotros.

La milenaria frase: “LA VERDAD OS HARÁ LIBRES” no sólo se refiere al conocimiento de la realidad, sino que esotéricamente, esta advirtiendo del poder…EN-PODER-A-MIENTO (fuerzas opuestas)…y crecimiento que genera el enfrentarse a decir la verdad incondicionalmente, radical, minuto a minuto. La magia de esa actitud es como dinamita en toda la artificialidad que nos rodea y nos condiciona, empezando por todos aquellos que deseando tener una imagen de uno, ya no pueden imponérnosla, ni decirnos quienes “debemos” (de débito o deuda)…ser. Comprobaremos que después de airear nuestra verdad, ya no existe el miedo a decir la verdad, y el conflicto queda en las manos de quien no la acepta o no la quiere ver.

La sabiduría aconseja la auto-observación cotidiana de nuestra cuota de mentiras, incluso las más ingenuas, porque eso aumenta nuestro poder, pues ese observador o YO superior se crece y despega cada vez que detecta al yo menor.


El miedo a no ser aceptados deriva del temor ancestral a no ser integrados en la manada proveedora y protectora, es un arcaísmo vestigial antropológico que subyace en la primitiva psique de supervivencia…pero evolucionamos hacia otros criterios más amplios de lo que es la supervivencia.

Si la mayor parte del tiempo te lo pasas reprimiendo tus palabras o sentimientos hacia una manera “políticamente correcta”, y te encuentras en una especie de carnaval veneciano donde todos se esconden detrás de un antifaz,…algo no va bien en tu mundo y en ti, y quizás sea hora de que no permanezcas entre pingüinos si quieres volar como águila. Y antes de buscar un entorno que acepte tu verdadero rostro, deberías empezar por tu propia aceptación, que en realidad se hace posible cuando tú eliges y decides también, el libreto o personaje que te gustaría para diver-tirse (ser divino) en el teatro de la vida.


Personalmente, no creo en la iluminación como si fuéramos lámparas, más bien prefiero la idea de despertar o ampliación de conciencia. Y no hay mejor termómetro de su evolución que medir la mentira o incoherencia, donde la propia alineación en la verdad, sería, la integración o coherencia entre lo que se dice, piensa, siente y hace.


QUE NADA NI NADIE, TE OBLIGUE A MENTIR”…porque cuando no eres de verdad, en verdad ... no existes.

Leonardo Díaz Arujo

1 comentarios:

  1. GRACIAS POR TODO LO QUE COMPARTES Y PERMITIR EL ACCESO A TU BLOG A QUIENES TENEMOS SED DE SABER.

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