Para la
psicología arcaica y materialista la "conciencia" es solo un
epifenómeno o subproducto de una maquinita llamada cerebro, ya que cualquier
incidencia en éste, como ser un golpe en la cabeza, afecta las funciones
cerebrales y la conciencia.
Es decir, consideran al cerebro como el gran "emisor", productor y fuente original, en donde si una región se ve alterada quirúrgica o químicamente, también se altera la conciencia.
Es decir, consideran al cerebro como el gran "emisor", productor y fuente original, en donde si una región se ve alterada quirúrgica o químicamente, también se altera la conciencia.
En cambio
para la psicología transpersonal, el cerebro es solo un "receptor" de la fuente
de conciencia, y como en un televisor, la producción original, es decir, la
emisión, sería independiente del aparato receptor que solo se encarga de
sintonizar y decodificar una parte de ella, localizada en lo que conocemos como
el "yo".
Por eso,
cuando una parte del aparato receptor falla, no es que desaparezca la emisión
sino la recepción. La psicología transpersonal no confunde el mando y los
circuitos con la fuente emisora, no cree que el señor del telediario viva
adentro del aparato. Para la visión transpersonal esta conciencia primordial o
fuente espiritual es el elemento vital o la inteligencia suprema que impregna
todo el universo.
Este
océano de energía cósmica actuaría como un campo cuántico supersutil análogo al
campo gravitatorio o campo magnético, es decir, como una pauta de fuerzas
e interacciones que afectan a la materia
y a todas las formas de energía que se encuentran dentro de su radio de
acción,... que en este caso lo es todo.
Estructura estratificada de la consciencia |
Leonardo Díaz Araujo
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